Las Claves de la Supervivencia Empresarial
Las claves de la supervivencia de tu empresa o negocio
Día tras día, durante el desarrollo de nuestra actividad, que no es otra que ayudar a empresas y negocios a adaptarse a nuevas situaciones y, en definitiva, ser cada día mejores y asegurar en muchos casos su supervivencia, realizamos prácticamente en un 99% de los casos una serie de actividades que se convierten en pautas.
Y es que, una vez hemos realizado un exhaustivo análisis de nuestros clientes, detectamos casi siempre las mismas debilidades, que procuramos solventar con no más de 10 pasos clave:
- Piensa diferente. El entorno económico y social está en contínuo cambio. Tenemos que dedicar tiempo a pensar de forma distinta cómo solucionar nuevos problemas (falta de financiación, caída de ventas), analizando siempre por qué se producen estas situaciones problemáticas. Probablemente debamos rediseñar toda la estructura y funcionamiento de nuestro negocio para adaptarnos a esta situación.
- Centrar nuestros esfuerzos en la Caja, la Rentabilidad y la morosidad. De nada sirve lamentarse de la falta de financiación bancaria, debemos analizar con detenimiento estas tres variables, que son el corazón que mueve nuestra empresa. ¿Genera mi negocio los recursos suficientes para autofinanciarse? ¿Es mi negocio lo suficientemente rentable? ¿Tengo mucha morosidad? ¿Por qué? ¿Qué puedo hacer para mejorar estas variables?
- Los clientes están cambiando. Adáptate a ellos. El entorno actual obliga a nuestros clientes a replantearse sus decisiones de compra, y nosotros debemos formar parte de sus opciones. ¿Qué tipo de cliente tengo? ¿Qué busca? ¿Qué necesita exactamente? ¿Cómo puedo ofrecérselo? Si sabemos contestar con honestidad a estas preguntas y analizamos correctamente nuestro target, tendremos más posibilidades de supervivencia. Si además somos capaces de innovar, de mejorar o crear nuevos productos o servicios que cubran esas necesidades, sin duda tendremos ganada la partida a la crisis.
- Analiza tu cartera de clientes y productos. ¿Tengo clientes y/o productos rentables? ¿O pierdo dinero con ellos? ¿Con qué clientes? ¿Con qué productos? ¿Por qué? No hay que tener miedo a descartar productos o dejar de trabajar con ciertos clientes. No olvidemos que tenemos una empresa o negocio, y no nos podemos permitir el lujo de perder dinero.
- Optimiza costes y riesgos. Aunque es una labor que muchos empresarios y propietarios de negocios ya han realizado, hay que procurar que esta labor de optimización sea contínua. Debemos producir al mínimo coste posible (sin perder la calidad), incurriendo en los mínimos riesgos. ¿Puedo producir bajo demanda? ¿Puedo llegar a acuerdos con mis proveedores para optimizar costes, logística, etc.?
- No tires tus precios «porque estamos en crisis». Es un error muy común. Antes de bajar precios, debemos contar con un buen análisis de nuestros costes, nuestra cuenta de resultados y nuestros clientes. ¿Podemos permitirnos bajar precios? Por otra parte, si la bajada de precios no trae aparejados un incremento de las ventas y la rentabilidad, no merecerá la pena.
- Aprovecha la tecnología para mejorar la productividad. ¿Realmente es necesario mantener unas costosísimas instalaciones para realizar mi actividad? ¿Necesito tener vigilados constantemente a mis empleados? La externalización, las videoconferencias, los smartphones, las soluciones de movilidad… son herramientas a nuestro alcance que, bien utilizadas, pueden disparar nuestra productividad. Al final, esta cuestión se reduce a dos ratios fundamentales: ventas por empleado y rentabilidad por empleado (¿Cuánto ingresa la empresa por empleado? ¿Cuánto me cuesta cada empleado?).
- Mantén una política de orientación total al cliente. Nuestro cliente es la sangre de nuestro negocio. Debemos mantenerle siempre a la temperatura y velocidad adecuadas. Para ello tenemos que ser capaces de conocer sus necesidades, su comportamiento, su capacidad de compra. ¿Le has preguntado alguna vez a tus clientes directamente qué les gustaría que les ofrecieras? ¡Hazlo! Te llevarás más de una sorpresa.
- No tengas miedo a los errores. Prueba con nuevos productos/servicios. Prueba con nuevos procesos. Prueba con la externalización. Prueba con ese nuevo proveedor. Pero mide siempre los riesgos. Y si sale mal, aprende y mejora.
- Haz un buen equipo. Aunque parezca un tópico, no lo es en absoluto. Las personas son el alma de cualquier organización. Ellos son los que hacen que la maquinaria funcione o se pare. Son tu cliente interno. ¿Qué quieren? ¿Qué necesitan? ¿Qué mejorarían? Confía en ellos. Y demuéstrales que confías en ellos. Acepta sus ideas y sugerencias. Incentívales (hay mil formas de hacerlo). Dales responsabilidad.
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